Ingenua, tierna y cambiante; el viento marca mi destino. Metamorfosis de un corazón y un alma.

viernes, 14 de marzo de 2014

Reto 08: Enemigos + Sala de Profesores + Lubricus

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Reto 08: Enemigos + Sala de Profesores + Lubricus


Autor: Ivanna Hwang

Género: Angst - Drama

Clasificación: Nc-17



Podía sentir como su cuerpo ardía, sus entrañas se consumían en el fulgor del encuentro, al igual que su piel se derretía al contacto con la contraria.




¿Cómo habían llegado a ese punto?


No lo sabe y no le interesaba en realidad, solo quiere perderse en las sensaciones creadas por  el otro, quien lo tiene acorralado en un rincón de la obscura habitación, se encuentra semidesnudo, con la túnica y camisa desabrochadas, esta última colgando precariamente de sus hombros.  Jadeos salen de sus labios, que ahora están coloreados de carmesí por el constante roce, sus mejillas están sonrojadas y una capa fina de sudor cubre su frente.



—Podrían encontrarnos. — Pronuncia en un murmullo entrecortado.



—No creo que te importe, al menos  a una parte de tu cuerpo no— Una voz más grave le responde, puede apreciarse un atisbo de picardía en ella.



—Idiota— Diciendo esto rodea la cintura de Changmin con ambas piernas, contoneando su cadera buscando mayor fricción.



—No te hagas del rogar nenita, sabes muy bien que lo estás disfrutando tanto como yo.



Su perorata es acallada por los labios contrarios, el beso iniciado es demandante y rudo, ansioso por ir más allá. Manos traviesas desabrochan su camisa, tirándola en algún punto de la estancia.



—Esa prenda era de diseñador, tendrás que pagármela.



—No digas estupideces— El menor revira la mirada, ese tipo lo exasperaba bastante,  ¿tenía que ser un maldito niño mimado incluso en una situación como esa? Molesto baja sus piernas y lo empuja a la larga mesa que se encontraba en aquella sala, aventándolo sin delicadeza en esta, se coloca a horcadas en él. —Iniciaste esto, ahora lo terminas.



—¿Quién diría que una escoria como tú sería así de atractiva?— Mueve sus caderas rozando ambas erecciones provocando un jadeo por parte de MinHo, acaricia su pecho descubierto, de forma lenta y pausada jugueteando un poco con los rosados pezones, haciéndolo sonrojar aún más; sigue su recorrido hasta llegar a los glúteos los cuales aprieta y restriega sobre su miembro. —Lamentaré casarme con la estúpida de Jessica, no hay mejor trasero en el mundo que el tuyo.



— ¿Qué dijiste?— Su voz apenas sale en un murmullo, ¿Qué había dicho? ¿Él se casaría? —¿¡Qué demonios dices!?— Entre el grito, MinHo no se da cuenta como un camino de lágrimas resbalan por sus mejillas. Su mirada destila dolor, miedo y odio puro, tenía tantos sentimientos entrelazados que no sabía ante cual reaccionar.



—¿Qué?— Una sonrisa ladina aparece en el rostro de Changmin, su reacción era tan divertida, el chico era tan manipulable. Y era lo mejor para ese momento —¿Acaso creíste que podríamos estar juntos?— Mueve la parte baja de su cuerpo simulando penetraciones, agarrando  firmemente las caderas de MinHo aumenta la rapidez de las “embestidas”. — No me hagas reír, lo nuestro es únicamente carnal, jamás me fijaría en un maldito Gryffindor, mucho menos en un mudblood.



—¡Cállate!— Rodea con sus manos el cuello de Changmin, haciendo presión en este. Quería callarlo y verlo sufrir, retorcerse. Anhelaba compartirle todo el dolor que en ese momento sentía, pero una voz lo hizo detenerse.



“Son enemigos, ¿qué esperabas?”



Eso era cierto, la familia Shim era la más poderosa familia sangre limpia, que en generaciones pasadas estuvo ligada con los  Malfoy, y por lo tanto, con el Señor Obscuro. Aunque no había pruebas suficientes para comprobarlo, era un secreto a voces.



Por lo tanto, ¿qué podía esperar alguien como él, un simple mago de sangre mestiza, hijo de una squib  y un traidor a la sangre? ¿Qué podía ofrecerle a una persona que aparentaba tener todo?  Además la guerra se acercaba y su padre era parte de la Orden del Fénix decidiendo así el futuro bando de él y su familia. No era algo que se pudiera decidir por sí solo y sabía el destino que Changmin también tenía.



En uno de sus tantos encuentros el mayor colapsó después del orgasmo, perdiendo la máscara de frialdad, que, como buen Slytherin tenía; aquella que ocultaba su pesar. Esa noche, lloró por todo lo que llevaba sobre sus hombros.



MinHo se hizo el dormido y no dijo nada, solo calló y pretendió olvidar, lo suyo era solo sexo y no debía inmiscuirse.



Entonces, ¿Por qué dolían tanto aquellas palabras dichas por el morocho? ¿Fue el único que degeneró aquello y se enamoró de verdad?



—Min..Ho…



La voz amortiguada de Changmin interrumpe sus cavilaciones, su mirada esta nublada y los labios lucen ligeramente amoratados, aun así la sonrisa de suficiencia no se borraba de su rostro.



¡Dios! ¿Qué había hecho? Con velocidad retira sus manos de aquella zona e intenta bajar, sin embargo es detenido por el morocho, quien en un movimiento rápido lo coloca debajo de él.



—¿A dónde vas? Esto apenas comienza— Pasa una de sus manos sobre el cuerpo del menor y murmura — Incarcerus



De la nada, salen cuatro sogas que serpentean de forma lenta sobre la mesa hasta llegar al castaño, sujetando firmemente sus cuatro extremidades, dejándolo a total merced del mayor.



—¡¿Qué haces?!



—Has sido un juguete muy travieso, ahora tendré que castigarte.



—¿Qu…?— No es capaz de decir algo en contra, otra cuerda se enreda alrededor de su boca impidiendo queja alguna. Sus ojos expresan todo el miedo e ira que siente en esos momentos.



—¿Tienes miedo? No voy hacer nada, que tu no quieras—  Sonríe maliciosamente antes de mover su mano y aparecer una pequeña daga, esta era de un intenso color plata que brillaba titilante, gracias a la luz de una vela casi completamente derretida; en el mando del arma podía verse el escudo de la familia Shim. —Por lo que vi, te gustan este tipo de juegos así que, esta vez seré un poco más complaciente.



En su mirada puede leerse un pequeño indicio delirante, locura pura, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse o sentirse culpable. Se acerca al cuerpo de MinHo y besa superficialmente la piel, deja huellas rojizas a los costados de la cintura y en los muslos. Es en estas marcas donde corta con la navaja lo suficiente para que brote el líquido carmesí de la herida. Lame, muerde y succiona cada una de ellas excitándose con el característico sabor de la sangre. Voltea a ver las reacciones del castaño, su rostro se encuentra afiebrado haciendo que su cabello se pegue a su frente gracias al sudor,  sus mejillas coloreadas fuertemente le dan una apariencia aniñada e inocente. Ríe ante esa idea, hace mucho que él borró todo rastro de inocencia de aquél crío; baja aún más la mirada y nota las marcas de color azafranado en las muñecas y tobillos, la soga ha lastimado esta zona dejando un vestigio evidente en la piel. Pero lo que más le llama es la erección, cálida y palpitante que se yergue inquieta, puede verse un poco de líquido pre seminal en la punta de este.



—¿Alguien está impaciente? No creí que estuvieras tan corrompido MinHo…



“Aprendí del mejor….Hyung”



No le sorprende poder escuchar la voz del castaño en su cabeza, era un poder innato del pequeño, pero siempre era MinHo quien se comunicaba con él. Changmin no podía hacerlo.



—Oh, ¿puedes hablar? Entonces permíteme escucharte— Acerca su varita hasta la pequeña entrada del menor y murmura. —Lubricus



MinHo puede sentir como un líquido frío resbala entre sus glúteos, la sensación no es muy agradable, mucho menos al sentir la punta de la varita de Changmin en ese lugar, esta poco a poco se adentra entre sus paredes, haciendo que se arquee entre el dolor y placer, no está dilatado pero el artilugio entra con facilidad en su cuerpo.



Por su parte Changmin observa encantado la escena, le estimulaba demasiado ver como MinHo “devoraba” su varita, además los gestos que hacía y gemidos apagados por la cuerda lo enardecían, a tal punto que su erección palpitaba dentro de su pantalón de manera bastante dolorosa.



“¡Hazlo ya!”



El morocho sonríe al “escuchar” el tono desesperado de MinHo.



—¿Qué quieres que haga?— No se lo dejaría tan fácil



“Por favor…”



Changmin ríe encantado, saca la varita en un solo movimiento, dejando al castaño con una sensación de vacío e insatisfacción, enseguida desabrocha el cierre y saca su miembro del pantalón, restriega el mismo en la rosada entrada de MinHo haciendo un poco de presión y alejándolo a los pocos segundos, hace esto en repetidas ocasiones sacando de quicio al menor.



—Dime que quieres.



“Penétrame”— El  sonrojo en su rostro aumenta, desvía la mirada no soportando el gesto de soberbia que tenía Changmin en ese momento.



—Tus deseos son órdenes— En un solo movimiento entra en el cuerpo de MinHo, puede sentir como es atrapado por las paredes, era tan estrecho y caliente. Seguía sin acostumbrarse al placer que le producía el castaño, a pesar de llevar un par de años con esa enfermiza relación, si es que se podía llamar así.



MinHo se contorsiona por el placer, su cuerpo arde de nueva cuenta pero potenciado miles de veces, las piernas le tiemblan y odia tenerlas atadas al igual que los brazos, quiere tocar también; las embestidas son rápidas, concisas y certeras haciéndolo delirar.



—“Suéltame



—No, este es tu castigo. ¿No disfrutas más así?— Aumenta la velocidad de las acometidas, con una de sus manos masturba el miembro olvidado del menor, puede sentir el clímax cerca y se encuentra confundido, quiere terminar, pero al mismo tiempo no. Susurra un finite logrando soltar las extremidades de MinHo, lo jala hacia su cuerpo, haciendo el choque de ambos más cercano. Puede ver el rastro rojizo en sus heridos labios, los besa con parsimonia y cariño, como jamás lo había hecho, dejando ver en este beso todo aquello que escondía, lo que su alma anhelaba y le era negado.



El menor no puede evitar llorar al entender lo que ese beso significaba, la despedida, el culmino de algo que jamás empezó ni dieron la oportunidad de iniciar. Con la misma ansiedad responde el beso, sintiendo como una corriente eléctrica recorre su vientre desplegándose por todo su cuerpo, llegando al orgasmo de forma ruidosa, corriéndose entre ambos vientres. Nota como Changmin termina en su interior a los pocos segundos.



Sus respiraciones están entrecortadas, el morocho escondía su rostro en el pecho de MinHo, mientras este acariciaba su cabello de forma ausente, no quieren decir nada y romper el momento, pero todo había acabado y la despedida era inminente.



Sin decir nada Changmin se aleja del cuerpo contrario, saliendo con delicadeza de su interior, le da la espalda y con un movimiento de mano queda completamente limpio el lugar, así como su cuerpo y el del castaño.



— Vulnera Sanentur



Las heridas hechas con la daga desaparecen por completo de la piel de MinHo, como si jamás las hubieran hecho. El menor lo observa extrañado por momentos, quiere decir algo pero las palabras no fluyen.



—Esta noche partiré con el Profesor Han Geng, espero que no nos encontremos en el campo de batalla— Camina hasta la entrada de la habitación, pone una mano en el pomo de la puerta guardando silencio unos segundos, como si debatiese el decir algo o no. —Un jour, nous serons heureux.



Diciendo esto sale de la estancia, dejando completamente vestido a MinHo sobre la mesa. El castaño se ha sorprendido por las últimas palabras dichas, su corazón se oprime al igual que su garganta, las lágrimas contenidas caen a raudales por sus mejillas. Lleva sus manos a su cabeza intentando opacar el dolor que sentía en esos momentos, no había sido el único que se había enamorado del enemigo ¡Era correspondido!



—Somos un par de estúpidos— Rodea sus piernas con sus brazos y esconde su rostro en ellas. 



MinHo llora, llora amargamente, no había nada que hacer, sus destinos estaban escritos y cada uno debía seguir lo establecido.



Oraría por su alma y la de Changmin.



La obscuridad lo envuelve en la solitaria Sala de Profesores, que como era costumbre, guardaba el secreto de aquellos amantes que estaban destinados a perecer en la batalla.



Algún día seremos felices….

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